Victoria, así se llama mi hija, el conchito de una familia reconstituida, los tuyos, los míos y los nuestros. Pequeña y frágil como puede ser una niña de 9 meses. Siempre nos robó el corazón.
Aquella mañana debía ser una mañana de compras. Viajamos a Santa Cruz, sexta región. Vivimos en un pequeño pueblo llamado Paredones.
Existirá algo que se llama sexto sentido, no lo sé, pero cuando vi la silla instalada detrás de mi asiento, algo no me agradó.
El camino es largo y los buses no muy frecuentes.
-Debo verle calzas, pensaba.
-Pasaremos a comer helados. Será una mañana feliz, que malo podía suceder, la camioneta es grande, la silla es segura, es de una marca conocida.
Casi llegando a La Lajuela, mi pequeña se puso a llorar. Qué raro, quiere teta, pensé. Me cambié para atrás.
Yo voy con mi beba, ella toma tetita y me mira con sus ojos verdosos, con esa cara de amor sincero que sólo tiene un bebe mirando a su madre. Me abraza casi con desesperación, no quiere que la ponga en la silla, sólo faltan escasos minutos para llegar, qué puede ocurrir en esos minutos. Consu mirada me pide que la deje conmigo, Duerme profundamente en brazos de mamá.
Yo siempre la protegeré. La miro. Todo era normal, dulce y perfecto.
La vida cambia en un segundo. Un bus de esos interurbanos hace una mala maniobra, sólo veo que se nos viene encima, abrazo a mi hija de una forma desesperada, mi marido pierde el control del vehículo. Giramos. Nunca la solté, cerré los ojos. Chocamos contra un muro, el impacto fue en toda una parte lateral de la camioneta, donde debería ir la silla de mi niña. El chofer huye.
Sabemos quién es, conoce a mi marido de toda la vida.
Tengo a mi hija en los brazos inconsciente, siento mi rostro lleno de sangre, ella no tiene ni un rasguño. No despierta, le grito. No despierta. Casi inmediatamente llega Carabineros. No puedo estar de pie, mi cuerpo no resiste, mi bebé no reacciona. Un auto para, nos lleva escoltado por motos de Carabineros. Me quitan a mi niña, gritan y me empujan, paro cardiaco. Cinco paros cardiacos y aún lucha. Al tipo lo detienen, se niega al alcotest, la alcoholemia resulta positiva.
Doctora, vocifero, qué porcentaje existe, no me mienta.
– 10 porciento me dice, minutos después escucho…muerte cerebral, los órganos, salvemos los órganos.
Que parte de mi hija viva en alguien, sólo quiero una esperanza.
– No se pueden donar, falleció…lo siento- me quiero morir también.
El tipo es llevado detenido y nos mira como si no entendiera nada.
La silla se partió en dos, escucho decir a Carabineros. No sólo la silla, también todo mi existir. Todo se partió en dos para siempre.
Victoria de la cruz Pino Figueroa abril 2017- febrero 2018…dejó de existir por la irresponsabilidad de un chofer de locomoción colectiva que manejaba bajo la influencia del alcohol. Murió por efecto del zamarreo del choque, su cerebro tuvo un edema lo cual acabó con su vida. Y con parte de la mía también.