En horas de la tarde de este miércoles dejó de existir la reconocida profesora Nitza Carreño Mercado.
Nitza Carreño, profesora de Enseñanza General Básica de la Pontificia Universidad Católica de Chile fue fundadora y la primera presidenta de la Central Única de Trabajadores, CUT, sexta región, dirigente del profesorado, y de otras tantas organizaciones. Sus últimas luchas la llevaron a levantar las banderas por los derechos de las minorías sexuales, cuando se entera que no accedían igualitariamente a la salud pública.
Con ocasión del 1° de mayo, Día de los Trabajadores, a viva voz discurseaba a las multitudes. Levantando sus brazos en alto convocaba a organizarse para recuperar la democracia y sus derechos, encabezaba las manifestaciones callejeras y a los actos acudía con su guitarra a cantar, denunciando asesinatos, cierres de empresas y despidos injustificados. Al verla pasar, la policía uniformada, le preguntaba el lugar donde serían los encuentros y protestas.
Día a día deambulaba por los consultorios, hospitales y centros médicos. Buscaba tratamientos porque la habían notificado de portar el virus VIH, invadiéndola el Sida y su inmunodeficiencia. No podía defenderse de la neumonía ni de las infecciones bajo su piel que se expresaban con manchas, granos y hongos en la boca; las enfermedades que denominan oportunistas capaces de llevarlos a la muerte misma.
Entonces el sistema de la red pública de salud no disponía de una estrategia integral de atención dirigida a estos pacientes. En esos tiempos, la dosis diaria era un coctel de 30 a 120 comprimidos y un par de jarabes de colores, a diferencia de las dos pastillas diarias que hoy les suministran de manera gratuita y con una cobertura del 100% a todos los que la requieran. Hasta el año 2003, solo las mujeres embarazadas y los padres con hijos accedían prioritariamente a los medicamentos. El resto o los compraba en farmacias a un costo que ascendía a tres sueldos básicos, los conseguía bajo cuerdas a lo negro o quedaban condenados a su suerte. A muchos ni siquiera les informaban que existían.
Viviendo positivo
Año 2000 – 2001. Buscando terapias, Nitza, toma conocimiento del problema de acceso a las medicinas y a petición de los propios afectados, crea y preside la Agrupación de Pacientes VHI/Sida del Hospital Regional de Rancagua y la
organización comunitaria, Alma Viva, que reúne a quienes tengan o no VIH/Sida, u otras enfermedades de transmisión sexual, ampliándose a la participación de trabajadoras sexuales, población trans y sus familiares.
Asociados a una red de apoyo de salud, encuentran aquí espacios de información y solidaridad para salir adelante con sus vidas cotidianas y proyectos propios. Unidos resisten un sin fin de discriminaciones y sanciones sociales que se dejan caer sobre ellos, debilitándolos más aún de lo que ya están.
Alma Viva, es miembro de la coordinación, Vivo Positivo, que reúne a 29 agrupaciones VIH/Sida, a lo largo del país. Nitza integra su directiva nacional, formando parte además de los grupos de trabajo de la Mesa por la Diversidad, que se propone consensuar orientaciones, políticas y programas. En esta condición participa activamente en la discusión de indicaciones y modificaciones a la ley del Sida, y sus resguardos de derechos en materias de prevención, diagnóstico, control y tratamientos.
Se ha entregado del todo por el todo. Tanto así que le recae una acusación de traficar fármacos en favor de los homosexuales VIH/Sida. En los tribunales, cuando el juez le pregunta sobre esto, dijo “Si usted las necesita para alguien que padece Sida y no está en el escalafón de la muerte, yo se las traigo, pero no le diré dónde las consigo, aunque tenga que ir presa”. Fue sobreseída.
En este sector, los problemas ya no tienen que ver con coberturas de atención sino con las políticas públicas de abordaje, acceso al test por parte de los grupos de riesgos, notificaciones, prevención e información sobre salud sexual y reproductiva. Hay casos de mujeres que han sido esterilizadas sin consentimientos y según un informe oficial, la cobertura del 100% de terapia no es extensiva a los funcionarios de las Fuerzas Armadas y Gendarmería. Su sistema de salud no asegura el acceso a las terapias con la consecuente discriminación que ello implica.
Rompiendo el primer silencio Cuando Nitza se enfermó y la notificaron del VIH/Sida, sentía sus pulmones duros como piedras y al toser parecía disparar balazos al aire. En menos de un mes perdió 20 kilos. Creía que moriría.
Había consultado distintos médicos. Cumplía sus recetas al pie de la letra y no lograba recuperarse. En el hospital, le dijeron era bronquitis. Le pusieron una inyección, la nebulizaron y a su casa la regresaron con un par de tónicos en una mano y en la otra una licencia de reposo.
Posteriormente, interna en una clínica, la examinan, analizan su sangre y como si hubiese pesado sobre ella una orden de relegarla a un rincón, la trasladan a la última pieza del fondo del pasillo, sin abrir el ventanal ni menos sus cortinas.
Tenía prohibición de visitas. Desde la calle, por esta ventana, sus familiares y amigos, le hablaban y cantaban. Sus hermanos de iglesia rezaban y entonaban himnos religiosos. Cuando pudo sacar la voz, cantaba a la par con ellos.
Silenciando su enfermedad un par de meses, poco a poco y a medida que comprende que no se sacaría el virus de encima, decide contarlo. La enfermedad es crónica porque hasta ahora no han logrado aislarlo y crear una vacuna
preventiva o que lo elimine para siempre..
Julia Mercado, su madre, profesora normalista, ex directora de una escuela superior de niñas, comentó: “menos mal que no es cáncer”;, aludiendo a las devastadoras quimioterapias. Soledad y Juan, sus hijos, entonces de 23 y 21 años, la invitaron a Australia, donde residen, asegurándole que allá había tratamiento. Su hija menor, Anita Francisca, tenía solo 11 años. Sus hermanos y sus amigas tampoco la abandonaron, uniéndose más que nunca.
En su trabajo en cambio la despidieron. Era una oficina pública, donde cumplía labores focalizadas hacia mujeres. La expulsaron tal cual como – en 1976- los militares la exoneraron de la Corporación de Educación Municipal.
Nuevamente en las escuelas, pese a que nunca contó a sus jefes lo que padecía, la hostigaban, cambiándola una y otra vez y enviándola a localidades rurales muy alejadas. La dejaban sin cursos, le vaciaban sus estantes de libros, le separaban los platos y cubiertos y hasta le impedían usar el baño. Finalmente la obligaron a retirarse de la docencia.
Así y todo no baja sus brazos ni se ha dejado vencer por los innumerables efectos secundarios que le causan los remedios. En invierno sufre de artritis en las rodillas, limitando su caminar, pero no su canto y guitarreos, ni su música entre arpas, acordeones y teclados. Como mujer jefa de hogar sacó a sus hijos adelante, impartiendo clases particulares, trabajando como educadora comunitaria en proyectos sociales y en diversas actividades de voluntariado social.
Ha asumido su experiencia como un desafío y lección de vida que da a conocer en seminarios y congresos que se realizan en Chile y en el extranjero. En Cuba participó en un foro internacional y en Uganda, conoció familias completas que padecen lo mismo.
Podría decirse que hoy es una maestra de vida. Y es que a ella nadie le dice lo que tiene que decir y hacer. Ha sido dirigente desde sus años de estudiante. Primero creaba coros y grupos folklóricos y durante el período de la dictadura militar, representó a los presos políticos, fundó la asociación gremial de profesores, Agech, la Central única de Trabajadores, CUT, y la Comisión de Derechos Humanos, participando en sus directivas de nivel regional.
Es de aquellas que conducen los buques que adoptan decisiones, además de cocinar, cuidar niños, animar fiestas y protestar en las calles. Presidía reuniones, lanzaba panfletos y distribuía banderas rojas que confeccionaba en su máquina de coser, luego de comprar telas con platas de sus propios bolsillos.
Con ocasión del 1° de mayo, Día de los Trabajadores, a viva voz discurseaba a las multitudes. Levantando sus brazos en alto convocaba a organizarse para recuperar la democracia y sus derechos, encabezaba las manifestaciones callejeras y a los actos acudía con su guitarra a cantar, denunciando asesinatos, cierres de empresas y despidos injustificados. Al verla pasar, la policía uniformada, le preguntaba el lugar donde serían los encuentros y protestas.
Su trayectoria de compromisos ha sido reconocida en ámbitos políticos, sociales y culturales. El partido Comunista le entregó el galardón, Gladys Marín 2012, y las organizaciones culturales la distinguieron como Mujer Destacada, entre otras premiaciones locales.
En estado positivo de gracia
Millones de personas han muerto víctimas del virus VIH. Aún no se conoce su origen. Hay quienes afirman que es artificial, que surgió en los años 60 a partir de unos ensayos terapéuticos contra la poliomielitis. Dicen que fabricaron vacunas con materias primas provenientes de los monos.
A Nitza, la contagió un amor que amó porque le permitía ser ella misma. El partió de este mundo, ignorando que dejaba una dolorosa huella en dos importantes mujeres; Nitza y su esposa, madre de sus hijos. Quizás hay más. En Chile, si antes había una mujer portadora por cada doce hombres, hoy es de una por cada cinco.
Nitza dice que le ha tocado enterrar a varios jóvenes, quienes se dejaron morir porque no lograron escapar del infierno de angustias que los envolvía vivir con un virus que los puso de frente al dolor que creían causar a sus familias y a la incertidumbre de un mañana que se les desvanecía.
En Chile, han muerto cerca de siete mil personas portadoras VIH/Sida. El virus no es asesino. Las causas de mortalidad responden a diagnósticos tardíos, abandono de terapias o porque los afectados prefirieron callar y ocultarlo. A Nitza Carreño, su propia historia la mueve y remueve, trasladándola a una de sus permanentes premisas de vida; en este mundo hay quienes viven en estado de gracia y otros en desgracia; una incógnita que toca a quien le toque sin reconocer obras, ni gracias, ni desgracias, por desgracia, digo yo. Por Myriam Carmen Pinto. Historias en movimiento Zurdos no Diestros, historias humanas de humanos demasiados humanos. (serie). Gritografias en red.
(Reseña de Myriam Carmen Pinto. Historias en movimiento Zurdos no Diestros, historias humanas de humanos demasiados humanos. (serie). Gritografias en red.)