Por Liz Quinteros, Coordinadora de Extensión FEUOH
Menos solidaridad y más derecho, el lema de todos los días. Cuatro décadas en que según mi percepción, se viene promoviendo la cultura de la colaboración, por medio de un sentimiento de lástima construido en la población al ver que un grupo de personas no son consideradas “normales”, por no desarrollar su vida de la forma en que las y los demás lo hacen. En los medios de comunicación se persuade para solidarizar con la causa, difundiendo una imagen que margina a sus protagonistas, con enfoque en las limitaciones que tienen, todo aquello que les hace diferentes al resto, para convencer a las personas de donar dinero. Esta cultura normaliza a un entorno discapacitante y no considera que todas las personas podemos cumplir los mismos objetivos y hacer las mismas cosas, pero de formas distintas o por otros medios. Estas personas tienen una Discapacidad Atribuida por el Contexto Social, es así que podrían encontrarse en este momento mediático en una situación de discapacidad, cuando, por otro lado en otros contextos no vivan esa situación, teniendo así las mismas oportunidades que el resto.
Por esta razón, me es increíble que nunca en esos días de “empatía”, porque “cualquiera podría estar en su lugar”, se visualizarán los derechos de las personas con discapacidad, antes de que se volviera una obligación el tener que hablar de inclusión, al masificarse la esperada ley. La Teletón existe porque hay gente cuyos derechos no los garantiza el Estado, se evidencia una necesidad que debiese ser cubierta por los impuestos cobrados a la clase trabajadora, asegurando una atención de salud completa, entregando todo lo necesario para su bienestar biopsicosocial y accesibilidad universal.
En todo este tiempo no se ha exigido la cobertura estatal de sus necesidades básicas mínimas para un desarrollo integral, no he visto a la clase política mencionar la necesidad de inclusión efectiva en escuelas o en trabajos. Es que no pueden enseñarnos a ser personas con talentos auténticos, no les sirve normalizar la diversidad y potenciar habilidades individuales. El sistema neoliberal que rige al país, requiere generar productos a gran escala, como cualquier material industrial o un monocultivo, donde necesitas mucha agua como recurso natural, pero también mucho recurso humano, vale decir mano de obra destinada a hacer siempre lo mismo. La persona que no sirve para hacer esos trabajos es desechada por el sistema y el Estado no invierte para un su desarrollo holístico, puesto que sería un gasto mayor adaptar el ambiente para que esta realice el mismo trabajo que el resto de la gente y sería un negocio poco viable, bajo lógicas capitalistas.
El donar dinero a fundaciones sin fines de lucro, es una de las salidas que tienen las empresas que fundamenten que su “perfil” no le permite cumplir con dar empleo a personas con discapacidad, según lo reglamenta la ley de inclusión laboral accesible en la biblioteca nacional virtual. Además, dependiendo de la cantidad de dinero donada, deduce un porcentaje de sus impuestos, al tomarse la donación como un gasto necesario para producir renta. No puedo dejar de mencionar que creo es un excelente momento, de gran visibilidad para promocionar los productos de las empresas que donan, motivando también a las personas a comprar ciertas marcas, para que así la empresa done más dinero, subiendo de esta manera la cantidad de ventas. En fin, estos días de “solidaridad” son bastante convenientes para el empresariado y dan solución momentánea a responsabilidades que debe cubrir un Estado de “Derecho”, término que la constitución neoliberal actual tiene muy abandonado.