Cada día los emprendedores de Fondo Esperanza luchan por cumplir sus anhelos, a base de mucha dedicación y constancia. Con motivo del Día Internacional del Trabajo, queremos destacar sus historias que representan el sacrificio diario de miles de personas.
El microemprendimiento es una actividad que durante el último tiempo ha tomado gran protagonismo en el surgimiento de nuevos empleos. Según la cuarta Encuesta de Microemprendimiento (EME4), realizada el 2015 por el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, este sector genera más de 2.800.000 puestos de trabajo, convirtiéndose en un aporte importante para la disminución del desempleo.
En Fondo Esperanza (FE), la comunidad de emprendimiento solidario más grande de Chile, cada año los microempresarios buscan cumplir sus sueños para mejorar sus condiciones de vida, las de sus familias y comunidades. Pues bien, un 19% de los más de 110 mil emprendedores que pertenecen a la institución de desarrollo social brinda empleo a otras personas, logrando un mayor dinamismo en la economía chilena.
Una historia de esfuerzo digna de contar es la que lleva cimentando por bastante tiempo, la emprendedora Rosa González Benavente (56). Hace seis años llegó a Chimbarongo de Santiago para quedarse. Luego de asentarse definitivamente en la VI Región de O’Higgins, decidió participar en un concurso de mujeres emprendedoras del municipio, saliendo favorecida entre setenta mujeres, con su proyecto de tejidos a crochet.
Este fue el puntapié inicial para lo que vendría después, ayudándola a ganar más confianza y recursos para emprender con mayor firmeza. Como las cosas le estaban dando resultado se acercó a Fondo Esperanza (FE) para potenciar su emprendimiento. “Me abrieron las puertas para emprender en mi trabajo y salir adelante. Con Fondo Esperanza pude comprar lana, hilo, máquinas de coser e insumos que me ayudaron a crecer”, explica.
Madre de cinco hijos, la artesana cuenta que este impulso le ayudó a fortalecerse en la confección de bolsos, carpetas, manteles, gorros, bufandas, colchas de cama y una serie de tejidos hechos en la técnica de crochet. Según relata, todos estos productos los comercializa vía telefónica y después los distribuye en su bicicleta por los distintos sectores de la comuna.
“Me encanta lo que hago. No tengo estudios en este rubro, todo lo aprendí solita. Hago cosas que nunca pensé iba a elaborar”, dice con personalidad. Para la microempresaria esta actividad representa mucho, pues le ha permitido ser ella misma cuando se enfrenta con sus clientes y conocer mucha gente que le ha aportado.
Carismática, responsable y trabajadora, uno de sus principales propósitos a futuro es tener su casa propia, para poder agrandar su taller en el que desarrolla sus creaciones y así darles empleo a otras personas que lo requieran. En esa línea, su deseo es participar en ferias de emprendimiento para mostrar más su trabajo en otras partes.
Para Rosa su experiencia en FE ha sido “exquisita”, pues le permite salir de lo común y compartir con otras personas del grupo que son trabajadores esforzados igual que ella. “En Fondo Esperanza me ayudaron a surgir”, finaliza.
Como parte del Día Internacional del Trabajo queremos rendir tributo a los más de 110 mil emprendedores, entre Arica y Chiloé, que laboran de sol a sol para darles lo mejor a sus familias, siendo Fondo Esperanza un real apoyo en sus proyectos con la de entrega microcréditos, microseguros, capacitaciones y redes de apoyo.