La contaminación que no vemos: ¿cómo inciden los fármacos en el medio ambiente?

En Chile, al igual que en muchos países del mundo, no existe una normativa específica que regule la contaminación con fármacos. Tampoco se ha previsto la necesidad de efectuar mediciones sobre las concentraciones de medicamentos en aguas y suelos y menos se ha planteado el control de estas sustancias en las aguas servidas.

La académica de la Universidad San SebastiánPamela Cámpora, plantea que se deberían fomentar lugares de acopio de medicamentos vencidos o en mal estado e impulsar una política que contemple protocolos y sistemas para la correcta eliminación de estas sustancias.

Los medicamentos tienen un ciclo de vida que va desde su manufactura hasta su consumo y posterior eliminación del organismo a través de la orina y/o heces. Pero su efecto no termina allí, tienen impacto en el medio ambiente a través de los residuos que llegan hasta las aguas y suelo.

Se trata de un nuevo problema sanitario del cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido en el último tiempo: la farmacocontaminación, pero que poco se conoce.

Las contaminaciones por medicamentos en las fuentes de agua no sólo provienen de aguas residuales que transportan las excretas de las personas (desechos domiciliarios) y pacientes que los hayan utilizados (desechos hospitalarios), sino también de los desechos industriales, de animales y por la eliminación inapropiada de medicamentos (por ejemplo, arrojándolos al baño).

Pamela Cámpora, Doctora en Ciencias Forenses con mención en toxicología y académica de Química y Farmacia de la Facultad de Ciencia de la Universidad San Sebastián señala al respecto que “los productos farmacéuticos hasta hace unas décadas no eran considerados contaminantes ambientales, dado que se desconocía su acumulación o la de sus productos de transformación (metabolitos) en suelos, aguas, aire, tejidos vegetales y tejidos animales, sin embargo, en algunos países ya se han empezado a cuantificar (medir) en aguas para determinar su ecotoxicidad”.

La académica plantea que hay que visualizar este tipo de contaminación como una toxicidad crónica, es decir, de largo plazo y pensando en su efecto acumulativo.

Entre los medicamentos que se han medido en aguas se encuentran algunos de venta libre y otros de venta bajo receta médica, entre ellos analgésicos-antiinflamatorios como el diclofenaco y el ácido acetilsalicílico (aspirina), antihipertensivos como el atenolol o el propanolol, y antibióticos como tetraciclinas, vancimicina, aminoglicósidos, entre otros. Respecto de éstos últimos (los antibióticos) se considera que la eliminación tras el consumo y por desechos, podría estar contribuyendo al problema de la resistencia a estos fármacos para ciertas patologías, agrega la docente de la USS.

“Ya existe evidencia científica respecto del daño que producen estos desechos en la población acuática, principalmente peces y algas. Incluso se ha demostrado que producto de la eliminación de anticonceptivos orales o de terapia hormonal sustitutiva (tratar la menopausia en mujeres), se ha producido un proceso de feminización y hermafroditismo en peces machos, o daño en hígado y riñones en truchas por la presencia de diclofenaco”, cuenta Dra. Cámpora.

En el caso de Chile, explica la docente de la USS que tenemos que sumar la conducta de la población de automedicación, nuestra población es farmacofílica, lo que genera que en los hogares haya más medicamentos de los que debería, que se guarden los medicamentos que sobran cuando finaliza un tratamiento, caduquen los medicamentos y sean eliminados a la basura o por el baño.

“En todos los países hay medicamentos que son de venta libre y que no requieren de prescripción médica para su utilización, luego como país debemos generar una cultura de automedicación responsable frente a esta realidad, fomentando un uso seguro de los fármacos y a su vez estaremos contribuyendo con el medio ambiente, disminuyendo la eliminación de productos farmacéuticos producto de la polifarmacia y por la adquisición indiscriminada”, afirma la académica.

Respecto de los desechos de medicamentos provenientes de centros hospitalarios, afirma que  “existen políticas de eliminación de residuos biológicos en los centros asistenciales y también en las industrias, pero en general a nivel nacional no se consideran los medicamentos como un contaminante orgánico emergente que también llega al medio ambiente y por lo tanto no es prioritario su medición ni remediación”

Respecto de esta situación, la académica sostiene que es fundamental educar a la población y generar procesos seguros de eliminación de medicamentos sobrantes, de medicamentos caducados, de cajas vacías de medicamentos, de envases vacíos o con restos de medicamentos. Propone incluir en el folleto paciente, además de las condiciones de almacenamiento y conservación, una leyenda que señale como eliminarlo de manera segura si se deja de usar o se vence el medicamento.

Además, plantea que se deberían fomentar lugares de acopio de medicamentos e impulsar una política no sólo medio ambiental sino también sanitaria que contemple sistemas para la desintegración de estas sustancias.

Pamela Cámpora dice que “sería una buena estrategia establecer contenedores en las farmacias (siempre hay una cerca) y que se incentivara la instalación de una empresa para el manejo y eliminación de los productos dados de baja o caducados”.

Asimismo, ella cree que se debería crear un registro aprovechando los informes que elabora la industria farmacéutica sobre los medicamentos más consumidos por los chilenos, para comenzar a medir niveles a los que está expuesta nuestra población a largo plazo y conocer el posible impacto en el medio ambiente y la salud de las personas.

Y como desafío para el futuro, la académica propone la posibilidad de medir las concentraciones de los medicamentos en el proceso de depuración y controles de calidad de las aguas ya tratadas y destinadas para el consumo como agua potable.

“Actualmente la prioridad de las plantas de aguas servidas es eliminar el material microbiológico. Mientras que, por el lado de la investigación, los estudios y mediciones sobre contaminantes están centrados en dioxinas, metales pesados e hidrocarburos y no se ha incluido a los fármacos”, sentencia Pamela Cámpora.

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