Por
Roberto Arenas
Nicolás Salgado
Profesores Convergencia Social O’Higgins
La emergencia mundial producida por el COVID-19 obligó a suspender diversas actividades, una de ellas, la realización de clases presenciales en las escuelas. Frente a esta emergencia, las autoridades de educación sumaron a esta medida, el adelanto de las “vacaciones de invierno” en el mes de abril, anunciando el Ministro de Educación que las clases presenciales vuelven el día lunes 27 del mismo mes. Todo esto apostando a la “normalidad” del año académico. Luego, ante el rechazo generalizado que despertó ese anuncio, comunicó que están planificando un “retorno gradual, porque la situación sanitaria es mejor de lo proyectado inicialmente”.
Este domingo recién pasado, en cadena nacional, el presidente Sebastián Piñera, vuelve a tocar este tema y hace un llamado a la “nueva normalidad”: una forma de compatibilizar, supuestamente, la reducción de números de contagios y al mismo tiempo reactivar el flujo económico a través del trabajo. Nos resulta bastante complicado entender a un presidente, que advierte de que las cuarentenas se deben respetar y, al mismo tiempo, está pensando, en hacer retornar a los estudiantes a clases en la fecha que ellos mismos han anunciado como las semanas con el mayor número de contagiados. Claramente, esto va en la línea del oficio que se envió sobre los funcionarios públicos para que vuelvan a sus lugares de trabajo. Estamos ad portas de una nueva temporada de invierno y el colapso del sistema público de salud en Chile, es anual. Si ahora sumamos el covid-19 y el retorno a clases esto podría complejizar el panorama y en una etapa tan delicada no podemos fallarles a las familias más vulnerables y de clase media.
Yendo a la realidad escolar, hay que entender que en una sala de clases comparten más de 40 personas –sobre todo en el ámbito público- y un solo docente puede interactuar con más de 200 personas en un día normal, por lo tanto, va a ser muy fácil, que el número de contagios incremente. Ahora, uno de los argumentos que ha dicho el gobierno junto con sus asesores, es que “los niños y niñas presentan menos síntomas y una expresión clínica menos severa que en adultos”, ¿pero qué pasa si esos niños viven con adultos mayores?, ¿con personas con lupus, asmáticas, entre otras? Va a generar un riesgo mayor a ese tipo de personas catalogadas como población de riesgo, lo que es verdaderamente preocupante.
Así que exigimos a las autoridades, que retrocedan en su decisión y que los estudiantes de nuestro país, no retornen a clases en el corto plazo. Hacemos un llamado a las y los alcaldes –especialmente a los de la región de O’Higgins- que se sumen a esta solicitud ciudadana de No retornar a clases. Sobre todo, pensando en nuestras comunas rurales, las cuales serian, según el gobierno, las primeras en retornar de manera gradual, sin especificar como comprenden dicho proceso.
Esta obsesión por volver pronto a la “normalidad” ha sido criticada por casi todas las organizaciones educativas y sociales. Más que contenidos en este momento, es importante tener un plan de contingencia, eso supone elevar y trabajar en los objetivos que en Educación denominamos transversales, que es educar para la vida, para la realidad misma del estudiantado, para que los niños y jóvenes tengan conocimiento de lo que estamos viviendo como país. Este es el momento donde más necesitamos herramientas para sobrellevar este momento crítico y que con los meses se pondrá aún peor.
Entendemos que la economía es importante, pero tenemos que comprender algo muy sencillo, y eso es que nada debe valorarse más que la vida. El sentido común y la solidaridad, nos llevara a superar esta crisis mundial.